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ARBUSTOS

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Viscum album, muérdago (sobre pino). Massís del Port (Montsià-Catalunya), diciembre 2012


Viscum album, muérdago

El muérdago no es un arbusto cualquiera. Aparentemente es un planta superior, y está clasificada y reconocida como tal: posee hojas con clorofila y también flores, aunque diminutas y verdosas, que dan frutos y semillas. ¡Pero no tiene raíz! Carece de sistema radicular y por tanto de raíces que penetren en la tierra mineral. Sólo crece sobre suelo vivo, esto es, sobre las ramas de los árboles, y no en todos. De alguna manera permanece como en un estado infantil toda su vida y para su subsistencia necesitarà siempre la savia que extrae del árbol "madre" hospedante.
Otro aspecto del muérdago es su “autismo” ambiental. Si observamos atentamente el crecimiento del muérdago en relación con el árbol donde vive, percibimos la tendencia de esta planta a formar su propio espacio vital. Los arbustos adultos son como densas matas esféricas  que no crecen abriéndose hacia la luz ni según el plan estructural del árbol hospedador, sino que lo hacen segregando un espacio propio, un "órgano" independiente del árbol en que viven. Este principio "tumoral"  del muérdago fue investigado por Rudolf Steiner y otros a principios del siglo XX. Steiner sugirió a la doctora Ita Wegman el potencial terapéutico del Viscum album con respecto al cáncer, y Wegman, con ayuda de su farmacéutico, elaboró en Suiza un preparado a base de Viscum album: el Iscar (1917), más tarde conocido como Iscador (1926). Recientemente se ha comprobado que, además de las ya conocidas viscotoxinas, el muérdago contiene también lectinas, proteínas de acción citostática tumoricida. 
Pero, ¿qué clase de planta es el muérdago? Una planta superior es básicamente un organismo tripartito compuesto de raíz, hoja y flor, en donde la polaridad manifiesta del principio radicular y floral encuentra su equilibrio en la química de la actividad fotosintética de las hojas. El muérdago, por así decirlo, se muestra evolutivamente fuera de lugar. En la madre-Tierra oscura y mineral no encuentra un suelo vivo donde crecer y por eso vive de forma parásita en las ramas de los árboles. Sólo es capaz de  medrar en las alturas, lejos de la tierra y envuelto de luz solar tamizada por las hojas del árbol-madre hospedante. Es una planta más cósmica que terrestre en cuanto que renuncia a vincularse con el hábitat telúrico mineralizado y busca cobijo en el elemento aéreo y luminoso donde vive, aunque tampoco pertenezca plenamente a él, pues necesita anclarse en las lignificadas ramas de los árboles para sobrevivir. En esencia el muérdago no pertenece ni al cielo ni a la tierra. El suelo vivo, orgánico y vegetal que precisa para crecer nos retrotrae a épocas primordiales previas a la mineralización y solidificación terrestre actual.   
Esta "idiosincrasia" particular del muérdago ya fue percibida en la antigüedad por los druidas celtas, que la consideraban una planta medicinal sagrada que sólo cortaban con hoces de oro -el mineral solar- para no mancillarla con sus manos terrestres.  También  la recogían en telas blancas evitando así que tocara el suelo. Con la expansión del imperio romano en Europa el muérdago perdió importancia cultural y pasó a ser una planta medicinal más. Y no fue hasta dos mil años más tarde que esta planta tan peculiar volvió a primera línea de la farmacopea.



Viscum album, muérdago (sobre pino). Massís del Port (Montsià-Cat), diciembre 2012









Erica multiflora; brezo de invierno, bruguera. Olivella (Garraf-Cat), noviembre 2012








Periploca laevigata ssp. angustifolia; cornical, salguilla. Cabo de Gata (Almería), marzo 2010







Chamaerops humilis, palmito. Olivella (Garraf-Cat), noviembre 2012

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